Mama: Doug, ¿estás mal de la cabeza? Llegas con Ryan a las 11 de la noche cuando mañana tiene que ir a la escuela. Tú sabes que ha estado enfermo este invierno, pero a ti no te importa porque no tienes que faltar al trabajo para cuidarlo cuando está enfermo.
Papa: ¿Bueno?
Mama: Hola Doug. ¿Tienes un minuto? Te quiero hablar sobre Ryan.
Papa: ¿Y ahora qué hice? Espera un minuto. Déjame poner el auricular debajo de los cojines del sofá para que me puedas gritar desde allí.
Mama: Estoy un poco preocupada por Ryan porque ha estado muy cansado últimamente y tiene un resfrío tras otro.
Papa: Igual que cualquier otro niño del mundo, Fran. La escuela está llena de gérmenes. Forma parte del proceso de crecimiento.
Mama: Sí, supongo que hay muchos gérmenes en la escuela. Pero si fuera un poco más fuerte, quizás pudiera resistirlos. Me costó mucho trabajo despertarlo el lunes por la mañana. Sé que se divirtió mucho contigo el domingo por la noche, pero para mí es frustrante tratar de despertarlo a la mañana cuando está tan cansado e irritable. También es difícil para Ryan… tratar de mantenerse al día en la escuela cuando está cansado. ¿Crees que hay alguna manera de arreglar las cosas para que se le haga un poco más fácil a Ryan?
Papa: Bueno, si estamos hablando de hacer lo mejor para Ryan, tal vez podamos ponernos de acuerdo. Quizás sea posible.
Mama: Bueno, me alegro que me digas eso. Es un buen comienzo.