Mama: Hola Jenny. Hola, Susie. ¿Cómo están?
Nina 1: ¡Vimos un elefante!
Mama: ¿Fueron al zoológico? ¿Fue divertido?
Nina 1: ¿Y sabes lo que estaba haciendo?
Mama: ¿Qué estaba haciendo?
Nina 1: Tenía un cuello largo, largo, y se estaba revolcando en el lodo y...
Papa: Susie, no te olvides de tu conejo. Los traje diez minutos más temprano. ¿Estás contenta?
Mama: Jenny, ¿todavía te duele la muñeca?
Nina 2: Sí, mi muñeca me sigue doliendo.
Mama: ¿No la llevaste al centro médico?
Papa: No… no se estaba quejando.
Nina 1: ¡Mamá! Mira lo que el conejo aprendió a hacer en el zoológico.
Mama: Niñas, llévense sus cosas arriba, por favor. Pongan la ropa sucia en el canasto. Tú le tienes que preguntar. Ella no se va a quejar. Dios mío. Te tiene miedo. Tiene miedo de que te enojes… y en verdad tú te enojas por cualquier cosa.
Papa: No me enojo con las niñas porque se enferman… me pintas como una especie de monstruo.
Mama: Claro, solo te enojas cuando te alteran tu horario de actividades. Siempre estabas demasiado ocupado para ser un padre. Por eso eres demasiado estúpido para llevar a tu hija al doctor. ¡Eres la excusa más patética de un padre!
Papa: ¿Qué dices, Carol? Ya no vivimos juntos. Déjame ya.
Mama: Ojalá pudiera. ¡Cómo me gustaría no tener que ver tu cara nunca más! Pero lamentablemente eres el padre, y como eres tan estúpido no sabes siquiera cuándo llevar a tu hija al médico, ahora la tendré que llevar yo y no se van a ir a la cama hasta tarde.
Papa: No te preocupes, ¡llevaré a Jenny al centro médico ahora mismo!
Mama: No sabes ni cómo llegar… nunca las has llevado antes.
Papa: Claro, ¡nadie más que tú sabe cómo cuidar de sus hijos! ¿Cómo hará el resto del mundo para sobrevivir sin que tú les digas qué hacer paso por paso? Vamos Jenny, te llevaré al centro médico ahora mismo.
Mama: No escuches a tu padre, no sabe de lo que habla.
Papa: ¿Sabes lo que eres? ¡Eres la mamarracha más neciay sabelotodo que jamás ha pisado la tierra!
Mama: Vete. ¡Vete! ¡Vete ya!